En OEC trabajamos todos los días para conseguir, a través de la industria y el consumidor, poner en valor el origen de fabricación de los productos en España, transmitiendo una información fiable y construyendo una marca de país potente y atractiva. Trabajamos para conseguir un país más orgulloso de sí mismo y de quienes formamos parte de él, más inconformista en sus objetivos, en sus retos. Un país capaz de valorar con generosidad los éxitos y el esfuerzo de cada una de las empresas y personas que lo formamos, ya sea de manera individual o colectiva. Un país inquieto, innovador, exigente consigo mismo. Un país que premie el trabajo, la legalidad y el compromiso. Un país que se cuestione las cosas, pero que no se deje llevar por los cantos de sirena ni por los objetivos fáciles.
En OEC sabemos que para que un país sea competitivo primero tiene que conocerse a sí mismo, saber lo mucho que le une y lo poco que le separa, lo mucho que sabe hacer muy bien pero también conocer las debilidades que pueden hacerle flojear en el camino.
Debemos saber rectificar para luego ser un país más fuerte, flexible, que exporte y valore su trabajo como resultado del esfuerzo, determinación, preparación y calidad; en definitiva, un país con ganas de mejorar, de crecer, de evolucionar, de demostrar y de aprender. Pero para ello debemos de ser un país con todas las letras, con una imagen común, con un esfuerzo común, con una inversión común y con objetivos comunes, mientras esto no sea así, seremos un país poco eficaz, débil y dependiente de otros países mejor gestionados, que utilizan mejor las herramientas de las que disponen, que saben lo que quieren, y que entienden la grandeza de lo que son, o por lo menos, de lo que pueden llegar a ser.
Tenemos un gran reto por delante, difícil, pero que cada vez es más posible gracias al Proyecto OEC, a sus empresas certificadas y a todos los consumidores que lo apoyan y lo demandan.
Porque debemos trabajar con objetivos compartidos, en un proyecto que debe de ser todos y donde todos debemos sentirnos implicados, porque de ello depende entre otras cosas nuestra economía, y por lo tanto, nuestro futuro.